John Byrne (6 de julio de 1950) es un historietista inglés radicado en Canadá y luego Connecticut (Estados Unidos) que destaca por cómics de superhéroes como X-Men (1977) con guion de Chris Claremont, o Superman (1986), como autor completo. Su dibujo es "limpio y clásico, fuertemente influenciado por el magistral Neal Adams".
Biografía[]
John Lindley Byrne nació el 6 de julio de 1950 en Inglaterra (West Bromwich, West Midland). Vivió allí con su familia hasta los ocho años de edad, momento en el que él y sus padres se mudaron a Canadá. Ya entrado en la treintena, Byrne se mudó a Estados Unidos, país del que acabó nacionalizándose. O sea que dependiendo del contexto puede llegar a ser correcto decir que es británico, canadiense o estadounidense. Su padre era un arquitecto urbanista, y su madre, una ama de casa. En su odisea canadiense, inicialmente se mudaron a Edmonton, pero finalmente fueron a parar a Calgary, que dentro de la configuración de ese país, es una ciudad con tintes muy norteamericanos. De hecho, lo primero que pensó Byrne cuando visitó Dallas fue: “¡Vaya! ¡Esto es como Calgary, pero más grande!”
Sea como sea, el interés por los cómics se gestó en la mente de John Byrne mucho antes de mudarse por primera vez. Ya en 1956, John era un fiel seguidor de una serie de televisión titulada Adventures of Superman, que estaba protagonizada por George Reeves. En Inglaterra la emitía la BBC. La cuestión era que un buen día vio un anual de tapa dura de aquellos que publicaban por la época en Inglaterra y, a pesar de que no sabía leer, reconoció el símbolo del héroe televisivo. Obviamente, obligó a sus padres a que se lo comprasen. Más adelante, encontró una copia de un ejemplar australiano de una colección titulada Supercomics que reimprimía, entre otras, historias de Superboy. Aquel número tenía una historia de Batman y, tal como confiesa Byrne: “Superman me introdujo a los cómics, pero Batman me convirtió en un adicto“.
El interés de John Byrne por los cómics fue in crescendo hasta que un buen día entró en su primera tienda de cómics, Eaton’s, y entonces nuestro autor ya metió de lleno en la perdición. Para conseguir todos los tebeos que necesitaba leer, debía visitar tres o cuatro tiendas (la distribución no era muy buena por aquellos días, y peor aún si habitabas en Canadá) y también tenía que enfrentarse a sus padres, pues estos no veían com buenos ojos las lecturas de su hijo. De hecho, dada la vena artística de John, su padre siempre pensó que se dedicaría a la publicidad, pero se llevó el desengaño tras ver el primer ejemplar de Spider-Man. Sin embargo, eso es adelantar acontecimientos. Ahora lo que importa es que John cedió a las pretensiones de su familia y dejó los tebeos a los quince años de edad, más concretamente en el núm. 32 de Fantastic Four.
Byrne se buscó un nuevo vicio: la ciencia ficción. En septiembre de 1966 empezó a ver la serie de televisión de Star Trek y, tal como él confiesa, esta fue una de las tres cosas que definieron su vida. La literatura, centrada en la ciencia ficción y la fantasía, fue el sustento de Byrne hasta que en 1970 ingresó en la academia de arte y diseño Alberta de Calgary. Allí volvió a reencontrarse con los tebeos y regresó a las tiendas “especializadas”. De hecho, tuvo tanta suerte que alguien se deshizo de su colección y John pudo comprarse todos los Fantastic Four desde el #32 hasta el último que se había publicado aquel mes, posiblemente el #132; e incluso se compró nuevos tebeos de Avengers y Spider-Man.
Por lo que respecta al aprendizaje artístico, Byrne lo inició, de manera autodidacta, mucho antes de ingresar en Alberta. Su primer dibujo, como el de muchos, lo hizo a los dos años de edad, pero él sí desarrolló una afición convulsiva por el arte que fue potenciada por sus padres, quienes le compraban todos los meses materiales de dibujo. Por supuesto, inicialmente Byrne dibujaba tal cual, es decir, sin bocetos y sin definir una estructura lógica. Incluso lo hacía con bolígrafos y rotuladores. Gracias a eso consiguió una envidiable soltura en el trazo que profesionalmente le ha permitido superar a muchos contemporáneos en temas como la velocidad y la efectividad. Pocos autores, por no decir ninguno, son capaces de dibujar más de dos series al mes. Byrne, en sus buenos años, no solo podía, encima lo hacía sin reducir la calidad de sus dibujos.
Etapa con Superman[]
Byrne llevaba años criticando a DC por no hacer lo correcto con el kryptoniano, así que un buen día, prácticamente el mismo en el que finalizó su contrato con Marvel, Dick Giordano lo llamó y le dijo “Muy bien, chico listo. Demuestra lo que vale tu boca. Vamos a comenzar de cero con Superman. Dinos qué quieres hacer“. Byrne hizo su lista de 20 peticiones irrazonables y se ve que les gustaron 19 cosas. Lo único que rechazaron fue que Byrne quería que la madre de Superman sobreviviese con su hijo, que llegase a la Tierra y muriese envenenada por la Kryptonita, única y exclusivamente para que justificar el poder letal de la kryptonita.
Aunque se rumoreó en su día que Byrne marchaba a DC por el dinero, lo cierto es que por aquel entonces no se sabía que Byrne iba a relanzar a Superman de una manera tan exitosa. Los tebeos DC de por aquel entonces – Superman inclusive – vendían menos que los de Marvel, de manera que los beneficios que iba a conseguir el artista iban a ser menores, menos aún si tenemos en cuenta que Byrne no iba a entintar Superman, por lo que no cobraría por ese trabajo extra. Por lo tanto, es fácil decir que Byrne marchó a DC para hacerse rico ahora que sabemos que su miniserie vendió millones. Pero no es así. En este caso sí le doy el beneficio de la duda.
Byrne tiró por la más unánimemente alabada en esas fechas (y aún hoy): el Superman interpretado por Christopher Reeve. El autor creía que “el error que DC ha cometido frecuentemente es hacer que personajes únicos dejen de serlo. En Superman, estoy luchando con uñas y dientes para que él siga siendo único. A veces parecía que los miembros del Consejo Científico habían sido los únicos que murieron en Krypton, y que todos los demás sobrevivieron y llegaron a la Tierra: Supergirl, Krypto, los criminales de la Zona Fantasma, los habitantes de Kandor…". En efecto, a fines de los 60 casi parecía que sólo habían muerto Jor-El y Lara, y aún a estos los visitaba con frecuencia en sueños, viajes en el tiempo o historias imaginarias. Así que Byrne dice: fuera todo eso. Empecemos de cero, recuperemos el personaje original.
La etapa de Byrne asentó las bases del personaje para los años venideros y supuso un punto de inflexión para el hombre de acero. El debut de la primera miniserie de Byrne vendió la friolera de dos millones de ejemplares, con lo que el kryptoniano pasó a gozar de más salud que nunca. El canadiense se dedicó a ilustrar y guionizar todas las series de Superman del momento, con bastantes proyectos especiales.
Los números de la colección de Superman son los más destacados tanto a nivel de argumento como de dibujo. En ellos Byrne nos presenta aventuras autoconclusivas de uno o dos episodios donde el artista continúa explorando los poderes y el entorno de Superman tras las Crisis. De esta forma intenta dejar claro que Superman ya no es el ser casi omnipotente en que se había convertido a lo largo de los años a base de acumular poder sino que es un ser muy poderoso pero con sus limitaciones. Prueba de esto son las dificultades que tiene pare derrotar por la fuerza a sus rivales de las dos primeras historias y que tenga que recurrir a artimañas para conseguirlo. Más evidente se hace este punto en los números correspondientes al cruce con la Legión de los Superheroes donde queda patente que la gama de poderes de Superman ya no es la que tenía antes de la Crisis.
En 1991, convertido ya en un autor de culto, Byrne creó su propia serie, Next Men. Más adelante, en 1995, crearía Danger Unlimited o Babe. Byrne también ha participado en series como Wonder Woman, Doom Patrol, X-Men, los años perdidos o Superman & Batman: Generaciones. Actualmente Byrne hace trabajos puntuales para editoriales independientes, creaciones propias o dibuja commissions para los numerosos fans por una suma importante de dinero.
Estilo[]
En cuanto a su trabajo como guionista, Byrne se caracteriza por historias inteligentes, las cuales tienen su resolución mediante el uso de la lógica de las cosas. Su trazo es bastante limpio y de líneas simples, con especial énfasis en la figura de los cuerpos femeninos. Byrne es de esos artistas que pueden dibujar más de un cómic al mes sin perder su nivel usual.